El cuatro en Cortázar

Ahora que en el tuiter comenté que el Atlante había ganado anotándole cuatro goles al equipo dirigido por Raúl «El Potro» Gutiérrez, un histórico ex-atlantista, recordé que a Julio Cortázar el número cuatro le atraía. Concluí ¡lógicamente! que Cortázar debió de ser atlantista y me puse a buscar algún escrito que no incluí- aunque en un principio quise hacerlo- en la versión final de mi libro Antes muerto. Ahí sólo pudo leerse en el (obviamente) capítulo IV, lo siguiente: «¿Sabías que Julio Cortázar soñaba y despertaba con cuatros? ¿Sabes cuántos cuatros hay presentes a lo largo de su obra? ¿Quieres te lo diga?…Johnny con Dedée vivían en el cuarto piso de ese hotel de la Rue Lagrange en El perseguidor y todos los trenes para París salian del andén número 4 en Fantomas contra los vampiros multinacionales (extraño mi ejemplar que se quedó en alguna de las múltiples casas que en mi juventud me dio amoroso cobijo). Oliveira mea y se siente despierto exactamente a las cuatro de la mañana en Rayuela… Y eso por darte mínimos ejemplos…¿Lo sabías, lo quieres saber?»… La novela Antes muerto continúa (porque es una novela) con las siguientes líneas: «Al final (cuánto duró el final como un repetido, in infinito deja vu, un eco rayado, un final repleto de finales y encores y rencores?) ya interrogantes como ésa, como cualquiera de ésas formuladas en alta voz como si, sin aviso ni problema, continare el hilo de una conversación que flotando entre el limbo y el espacio hubiera vuelto a caer en mi boca por simple gravedad, la sacaban- gritaba- de balance, de quicio, encerrándola en un mutismo que a mí, a voz en cuello y pasadas algunas horas me daba por calificar de «autista»:

¡Eh tú!…tu santo patrón seguro que es San Juan Autista!, agregaba en un lamentabilísimo comentario que alargaba su silencio a proporciones sórdidas y heladas.

Ahora, hasta ahora, me pregunto si ese tipo de actitudes, no las preguntas, fueron las que la orillaron a irse. Y digo hasta ahora porque es cierto.»

Bueno, dejo aquí lo publicado en Antes muerto y atiendo lo que no se publicó y que había yo titulado- frase que Cortázar escribió- Mi libro se puede leer como a uno le dé la gana. Un larguísimo subtítulo tenía: Rayuela Lotería a manera de apéndice para releer Rayuela cuarenta años después -como todas las veces- por vez primera: desdoblado acordeón con los capítulos con terminación cuatro y otros muchos cuatros sueltos anotables en tarjetas que premeditadamente  o no, han de guardarse entre las páginas de algún libro -quizás Rayuela, quizás El Perseguidor donde Johnny y Dedée “vivent depuis quelque temps dans un hotel de la rue Lagrange, une chambre au quatrieme étage -para el olvido y para el hallazgo- ; con un epígrafe tomado del recuerdo de aquel  ejemplar de Fantomas contra los vampiros multinacionales perdido como tú y tantos como tú con los temblores: “El cuatro señor, todos los trenes para París salen  del cuatro…):

  • En el capítulo 4, que es el séptimo en ser ofrecido a la lectura si seguimos el tablero de dirección -donde aparecen por vez primera las rayuelas (“los ritos infantiles del guijarro y el salto sobre un pie para entrar en el Cielo”), se responde, entre otras cosas, qué entiende la Maga por “snob” y se da cuenta de cómo se forma El Club de la Serpiente que ya desde el capítulo uno se reúne “más allá del Boulevard Jourdan, a veces a medianoche para hablar con un vidente ciego, paradoja estimulante”.
  • En el c. 14 el sax de John Coltrane lleva al de Sydney Bechet que lleva al blues de Big Bill Broonzy y Wong muestra cuatro series de dos fotos cada una (verdugo y torturados) “bastante decepcionantes sobre todo a partir de la cuarta”.                                                                                                  
  • En el c. 114 muere Lou Vincent en la cámara de gas de San Quintín. El carcelero jefe ordena a los cuatro ayudantes que salgan de la cámara. Eso sucede el cuatro de mayo.
  • En el 24 Gregorovius y la Maga (“más fácil hablar de las cosas tristes que de las alegres”) y en el 134 el jardín de tipo inglés donde se disimulan los fracasos, aunque uno antes -según el orden que da la costumbre- se ha hablado ya, igual que en el 127 y el 129 del afrancesado uruguayo, como la Maga, Ceferino Piriz y su “gran fórmula para la paz mundial” que cuenta de un país ejemplar compuesto por “45 Corporaciones Nacionales o ministerios de lo simple, y de 4 Poderes nacionales”.
  • En el 34 lo que lee la Maga, lo que Horacio piensa de lo que lee la Maga, lo que lee el lector raya saltada raya continua que no es otra cosa que Benito Pérez Galdós (nacido en 1843) y su Lo prohibido– y Cortázar y Rayuela: Cortázar…
  • En el 44 Traveler que se abraza con su mujer y murmura “cuatro o cinco cifras”, que silba tangos y se aparece “cuatro o cinco veces” y afeitándose proclama a voz en cuello: “¡Música, melancólico alimento para los que vivimos de amor!”, frase que en el cuarenta y seis citará por cuarta vez “templando la guitarra antes de proferir el tango Cotorrita de la suerte”.
  • En el 54 la rayuela como en el 4, como en el 36 y en el 51 y en el 56, como en el etc. (“La verdad es que si hubiera seguido un momento más así, me caigo de cabeza en la rayuela”); Talita, la Maga, la Maga-Talita: ”El 8 jugaba casi toda la tarde a la rayuela, era imbatible, el 4 y la 19 hubieran querido arrebatarle el Cielo pero era inútil”(…)” La 14 tapó la mirilla, andá a saber qué está haciendo. Me da no sé qué abrirle la puerta, che” (…)”

«Andá a saber si en el fondo no hay que llorar de amor hasta llenar cuatro o cinco palanganas”. En este 54 Oliveira llama a Talita (que ha dicho que en realidad nunca le gustó la rayuela), “Talita Nightingale”, aludiendo a Florencia, la abnegada Dama de la Lámpara, la tocaya de Julio, la enfermera, que el 4 de noviembre de 1854, con 34 años cumplidos  -según se puede leer en Victorianos eminentes de Lytton Strachey, libro publicado por la UNAM- llega a Escútari, suburbio de Constantinopla sobre la ribera oriental del Bósforo, para aliviar a los grandes contingentes de heridos de la guerra de Crimea.

  • En el 64: “Claudette sigue en el mismo número de Danton 34 no sé cuántos”…”La barredora del amanecer” y se lee: “Pero no suben hasta el cuarto piso, no se ha sabido de ninguna barredora ni regadora que suba hasta un cuarto piso”.
  • En el 74 el saxofonista Stan Getz, que ya había aparecido en el 10, (“ahora te viene un pajarraco como Stan Getz y se te planta veinticinco minutos delante del micrófono, puede soltarse a gusto, dar lo mejor que tiene”). El 74 “lo puro por anodino, lo puro por desmesura”: Morelli.
  • En el 84 quien mira y quien no las hojas secas:” Si leo a Joyce estoy sacrificando automáticamente otro libro y viceversa, etc.”
  • En el 4, donde se cierra el círculo que había comenzado en el 4, simplemente porque cuatro es el guarismo que termina en cuatro, la Maga (un cuarto kilo de papas fritas volando por el aire) desnuda una hoja y Etienne se la arrebata para ponerla contra la luz.

  • En el 94 Morelliana: “Mi prosa se pudre sintácticamente y avanza -con tanto trabajo- hacia la simplicidad.”
  • En el 104: “La vida, como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que está ahí al alcance del salto que no damos (…) la vida, proxeneta de la muerte, espléndida baraja, tarot de claves olvidadas que unas manos gotosas rebajan a un triste solitario”.
  • En el 114 que viene del 14 y sus cuatro series de dos fotos cada una, pasamos de la tortura china a la ejecución donde la modernidad californiana.
  • En el 124 Morelli y la misma cosa o casi: “Pero había quedado casi sin palabras, sin gente, sin cosas, y potencialmente, claro, sin lectores. El Club suspiraba, entre deprimido y exasperado, y era siempre la misma cosa o casi”.
  • En el 134 de vuelta al jardín de flores del Almanaque Hachette.
  • En el 144 la Maga huele “a algas frescas arrancadas al último vaivén del mar. A la ola misma.”
  • En el 154 los miembros del Club y Morelli en el hospital. Se mencionan los cuatrocientos ejemplares vendidos y regalados del admirado autor y hallamos la frase tan epígrafe que resulta imperdonable no…

Mi libro se puede leer como a uno le dé la gana”.

 Cuatrosueltos atraen cuatros:

(considérese esto como apéndice de apéndice)

     El primer capítulo que Cortázar escribió de Rayuela tiene un cuatro en las decenas y un uno en las unidades. Es el 41, el episodio de los dos tablones entre ventanas donde ubicamos a los cuatro personajes que están en El lado de acá: Oliveira (a quien le da el sol en la cara a partir de las catorce horas y que tiene, en el manuscrito, “treinta y cinco-cuarenta- años” aunque en el libro publicado le dice a Berthe Trepat: “En cuanto a mí ya pasé bastante de los cuarenta”), Traveler (a quien le da rabia, a sus cuarenta años –quizás la misma edad que Horacio que en el 99 afirma que “cualquier tipo con más de cuarenta abriles tiene que darse cuenta”- apellidarse así y nada más haber viajado a Montevideo y a Asunción, “metrópolis recordadas con soberana indiferencia” y que, cuando pasa rememora las cosas buenas de su vida, guarda el “entrar una mañana de 1940 en el despacho de su jefe -es el 37-, en Impuestos Internos, con un vaso de agua en la mano. Había salido cesante, mientras el jefe se absorbía el agua de la cara con un papel secante”), Talita (interesada, por decir lo menos, en los pueblos nómades y las culturas trashumantes) y, casi al final, (ah, Penélope que hacía mal el amor y la pasta asciutta) Gekrepten (la que en el I es mentada ”la cara de una muchacha irrecordable llamada Gekrepten”, cuando Oliveira aprovechaba para pensar en cosas inútiles, como los zapatos marrones que había usado en Olavarría en 1940).

     Si el 41 es el primero, el Boca Juniors, equipo fundado el tercer día del cuarto mes de 1905 y cuyo estadio de la Bombonera se inaugura en 1940, es entonces el primer referente balompédico escrito por Julio para Rayuela (“…y todavía menos con los altibajos de Boca Juniors y los cultos necrofílicos de la baguala y el barrio de Boedo”). En el manuscrito -luego sería eliminado en la publicación- se puede leer también: “FOOTBALL TRÁGICO: EL ÁRBITRO SE TRAGA EL PITO Y SU ESPOSA MUERE DE HORROR –SE DESMAYA- EN LA TRIBUNA ESPECIAL. Ligeramente quiprocuo; con una esposa tan sensible es mucho más probable que el pito se trague al árbitro”.

Ya después, en el 42, Ferrocarril Oeste (fundado en 1904 y también mencionado por Bioy Casares y Silvina Ocampo cuando en el 46 publican a la limón la novela Los que aman, odian) y Chacarita Juniors (cuyo primer encuentro oficial, al reventárseles el balón, duró sólo un cuarto de hora) y antes, en el orden “lógico” y en el 3, “el San Lorenzo y otra vez el Boca, juego de contrarios, carne o verdura, los negocios o la poesía y los cuatro locos muertos el año en que, de todas todas, porque hay rachas, ganó San Lorenzo de Almagro (fundado también un cuarto mes en 1908), en el capítulo 53 del que más adelante…

     Siempre en el 41 (donde, entonces, el primer sicólogo citado es Carl Jung quien, por cierto, se traslada a vivir a Basilea a los cuatro años de vida, hace su primera investigación relevante en 1904 y rompe con Freud en 1914), Traveler “que durante cuatro décadas ha pasado por etapas fácticas diversas” y que por andar metido en la política estuvo “un mes en la cárcel de Devoto en 1934” le dice a Oliveira -líneas después de sorrajarle un “Ya estoy harto de decirte que leas un poco a Jung, che”-: “Sería una lección para más de cuatro, viejo” y éste, Oliveira, fumador al fin, “enciende un 43 y recomienda a Traveler leer a Edgar Poe (escritor citado en el 44 como en el 22 que embarcó hacia Baltimore -escribió detallista Cortázar en el prólogo para los cuentos del estadounidense por él traducidos y publicados en Alianza Editorial- “a las cuatro de la madrugada del 27 de septiembre de 1849“), poco antes de que Oliveira, que está reflexionando sobre la realidad, piense que “a las ocho cuarenta saldrá de casa” y poco antes también de que Traveler le indique que si se estira un poco alcanzará los clavos y el mate que Talita en el tablón transporta: “Si vos sacás el brazo estás a 40 centímetros del paquete”.

     En el 50 la clínica que se compone de planta baja y cuatro pisos. En el cuarto nivel el médico Ovejero guardaba sus cobayos y una foto de Mónica Vitti.

En el 51 “a las siete y cuarenta una enferma declaró que no firmaría hasta que mataran al perro… A las ocho y media se completaron cuarenta y ocho firmas.”

    En el 53 el calor y Remorino “que ya había recogido cuatro o cinco piyamas tirados en los rincones” y la morgue: “de golpe cuatro enfermos al tacho, un saque de guadaña de esas que te la debo” y la dirección de sepelios que había avisado que “el furgón pasaría a las cuarenta y ocho horas”.

   En el 56, a las cuatro menos diez, Oliveira se endereza y se va a sentar al antepecho de la ventana. “Le hacía gracia pensar que si hubiera tenido la suerte de volverse loco esa noche, la liquidación del territorio Traveler hubiera sido absoluta” (…)” Vos para hablar te buscás unos momentos que son para no creerlo-dijo Traveler rabioso-. Cuando no estamos a caballo en dos tablones con cuarenta y cinco a la sombra, me agarrás con un pie en el agua y esos piolines asquerosos” (…) Dejá la palabra imaginación en paz -dijo Oliveira-. Limítate a observar que tomé mis precauciones, pero que vos viniste. No otro. Vos. A las cuatro de la mañana” (…)” Por el momento la única señal de inquietud era la gente en el patio y las luces del tercer piso que se encendían y apagaban continuamente, alegre costumbre del 43.

     En el 57: “Es muy raro poder estar en tres partes a la vez, pero esta tarde me pasa eso, debe ser la influencia de Morelli… En cuatro partes a la vez, ahora que lo pienso. Me estoy acercando a la ubicuidad, de ahí a volverse loco… Vuelvo de cuatro partes simultáneas”

    En el 65 se da la ficha del apátrida Ossip Gregorovius, miembro del Club: tiene 48 años y una de sus madres, la lesbiana, ha escrito un tratado que se traduce a cuatro idiomas; otra, la primera que fumó en España, lo extorsiona en los bisiestos, esto es, cada cuatro años.

En el 71 antes de nombrar la pesadilla orwelliana del 1984, Morelli da cuenta de los hombres que escarbaban el túnel mal enfilado del Monte Brasco y que a los cuatro meses y cinco días llegaron a la parte sur de la yugoslava Dublivna apareciendo en el baño de un maestro en retiro.

     En el 1 un hombre es exactamente igual a otro que 24 horas antes había disertado (¡oh, Kentucky Freud Chicken¡) sobre tótems y tabúes. Una hoja después “dos cuadrúpedos” se mueven entre “zapatos-gallina.”

    En el 2 La Maga mira un retrato de la madre de Juan sin Tierra y Ricardo Corazón de León, “muerta de ganas de parecerse a ella”. Es Leonor de Aquitania, fallecida según las fechas de la antigua historia en 1204.

    En el 3 hay un cuarteto de Haydn y cuatro pliegos de papel avión: la carta del hermano.

    En el 20, en el que Oliveira le dice a la Maga: “Eso es cierto, el chico no entraba en mis cálculos. Tres es mal número dentro de una pieza. Pensar que con Ossip ya somos cuatro, es insoportable” y luego indica que la muerte si acaso “por oclusión intestinal, gripe asiática o por un Peugeot 403.”

    En el 21: “en realidad después de los cuarenta años la verdadera cara la tenemos en la nuca, mirando desesperadamente para atrás” y “la realidad de los veinte años se codea con la realidad de los cuarenta y en cada codo hay una gillete tajeándonos el saco” y “Mondrian pintaba su presente hace cuarenta años”

    En el 71,  tras mencionar  un conjunto de cuatro compuesto por Eisenhower, Kruschev, De Gaulle y Francisco Franco, se habla de “cuarenta años de fruncir el traste”, alguien está “con el culo a cuatro manos”, han pasado “cuatro meses y cinco días” y entre otras páginas del diccionario de la Academia Española, en la 456 “está lo necesario para escribir un cierto endecasílabo de Garcilaso”.     142

    En el 117 un niño de menos de catorce y en el 15 hacía ya cuarenta años de la operación.

    En el 42: “presentación de cuatro osos cuatro”

    En el 5: “Arrastraba una pierna, era angustioso verla subir parándose en cada escalón para remontar la pierna enferma mucho más gruesa que la otra, repetir la maniobra hasta el cuarto piso”.

    En el 23 que conducirá al 124, Berthe Trepat, que estaba cumpliendo su primer cuarto de siglo como compositora, tiene al principio de su concierto entre el público “aparte de algunos ancianos calvos, otros barbudos y otros las dos cosas, con aire de ser del barrio o de la familia, dos mujeres entre cuarenta y cuarenta y cinco con abrigos vetustos y paraguas chorreantes.” En total “cuarenta manos” que descargarán aplausos para recibir a la pianista. Casi al final de la audición “en la sala quedaban cuatro personas” ya que entre el acorde 14 y el 15 de la obra de Rose Bob una mujer joven y rubia se había retirado gritando “¡ah, merde alors!”. El segundo movimiento de esta obra, aclara Cortázar, tenía solamente cuatro compases. En la Síntesis Delibes-Saint Saens “a cuatro compases de Le Rouet d´Omphale seguían otros cuatro de Les Filles de Cádix” que dejarían a Oliveira y Trepat solos en la sala.

     En el 122 antes y después de la frase de Etienne “Todavía espero vivir unos cuarenta años”: T.S.Eliot. Del autor nacido estadounidense y muerto inglés, que en 1922 publica su Wasteland, en el que el cuarto mes se torna para la posteridad el mes más cruel (“April is the cruellest month”)… recita Oliveira el inicio de los Cuatro Cuartetos “Time present and time past are both perhaps present in time future” (recordamos el 9 donde se puede leer: “¿Y el Tiempo? Todo recomienza, no hay un absoluto”.

Eliot (citado ya por Cortázar en el 18, luego de “A rose is a rose is a rose” de Gertrude Stein) está presente desde la primera línea del capítulo en la que, veladamente, se hace referencia a The Love Song of J.Alfred Prufock. Oliveira lo subraya cuando dice “Está escrito que hoy todo va a parar a los versos de T.S.”

     En el 123 los del cuarto piso delegan a una enana bizca para que subiera a quejarse y Oliveira se sintió despierto y meando a las cuatro de la mañana

    …y así, como en el 1,2,3, cuarto piso (recordemos que Raskolnikov mató a la vieja en el cuarto piso y que fueron cuatro los años que Dostoievsky, el autor de Crimen y castigo, purgó en Siberia y que el sudafricano J.M. Coetzee publicó su novela, en homenaje a Fiodor, El maestro de Petersburgo, en 1994 y que Morelli recoge de Witold Gombrowicz, nacido en 1904, en el 145 algo del capítulo IV de Ferdydurke: “Yo deseo esquivarme tanto de vuestro Arte, señores, como de vosotros mismos”…): los cuatros: 1-2-3:4. Como apuntó en su momento la mítica María la Judía, María la profetisa, la alquimista inventora, según la leyenda, de ese baño tan usado en la cocina que lleva su nombre: “El uno se convierte en dos, el dos se convierte en tres y del tres surge el uno, como cuatro”. 4 como los puntos cardinales, como los elementos aire, fuego, tierra, agua, que los antiguos conocían, como las fases de la luna y las cuatro operaciones aritméticas, cuatro como el calor, la sequedad, la humedad, el frío, cuatro como el cuarto Triunfo en los Arcanos marselleses: El Emperador; cuatro como las funciones junguianas… ¡Qué quieres decir! ¿Habrá alguien ahora que?… ¡Y los nueves, los seises, los cincos, los ochos, los tres! ¿no se repiten igual en capítulos de éste, de aquel lado, prescindibles? ¿Por qué buscarle a Adorno, el gato de Cortázar, un trío de pies sabiendo que?… ¡No me vas a decir que pudiera surgir alguien que, especialista buscador de temas (Cortázar o el azar, Revueltas o la contingencia) Tarot en mano piense que, quizás, Cortázar tarot en mano! ¡O tal vez este libro de Jung o aquel estudio sobre la piedra filosofal!… ¿Qué harías tú si fueras él lector obsesionado?

¿Pensarías en el 104 que tiene en el manuscrito el título de Morelliana: (…) “la muerte, espléndida baraja, tarot de claves olvidadas que unas manos gotosas rebajan a un triste solitario”? ¿Regresarías a donde Berthe Trepat, que ha mencionado el fuego, “amigo de los artistas” y que le dice a Oliveira en el 23, tras lanzar el nombre del misterioso Fulcanelli y la Gran Obra: “No diga nada, me doy cuenta de que es un iniciado”? ¿Recordarías los reclamos travelerianos por Jung en el 41 que Horacio troca entonces por un Poe?

     Alquimia, Jung, Tarot: Rayuela: Hágalo quien lo quiera hacer si es que hecho no está ya, lo que nada raro resulta. Yo, en este rebasado espacio –finalmente la vida del apéndice pende de un hilo y de una decisión cortante- que el asterisco desaparecido abrió llamando tu atención, enuncio, anuncio, re enuncio y puntos suspensorios.

(Hago la aclaración haste este final- como si importara- que toda esta información la empleé en un curso que di, hace ya varios años, sobre Cortázar y la música en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Mismo curso que, a pesar de los trámites burocráticos realizados, los ofrecimientos y las promesas, jamás se me pagó. Me pusieron, diríamos Cortázar y yo, literalmente un cuatro, un cuatro más para la colección.)

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